La mente puede imaginar lo invisible.


¿Has visto uno?

“No hizo falta ver uno para que la mayor parte de l@s cientific@s se convencieran de la existencia real de estas entidades diminutas. A medida que avanzaba el siglo XX las cosas se precipitaron desde todos los ángulos. El estudio de la electricidad en tubos de vacío produjo rayos de los que resultaron partículas aun más chiquitas que el mismo átomo, a las cuales llamaron electrones. El descubrimiento de los rayos X y la radiactividad resultó en el florecimiento de nuevas ramas de la física que comenzaron a explorar el interior mismo del átomo. Ya no cabía duda de su existencia: el camino trazado era ahora entender su estructura íntima, de qué estaba hecho. Pronto se desarrollaron técnicas para detectar partículas cargadas individualmente, y más tarde aparatos que trazaban la marcha de átomos individuales en cajas llenas de neblina. Las técnicas se siguieron refinando; los rayos X permitieron adivinar la posición relativa de átomos dentro de un cristal de diversas moléculas, incluido el ADN e infinidad de proteínas. Recientemente, se desarrolló una técnica llamada Scanning Tunneling Microscope (o STM), que permite obtener una imagen de una superficie a nivel atómico. En esas imágenes se puede distinguir cada uno de los átomos como un abultamiento preciso. L@s científic@s de IBM incluso han manipulado átomos individuales al punto de poder escribir la palabra “átomo” en japonés con hileras de átomos individuales, esas imágenes son visibles en internet (ver link Imágenes de átomos).
Todavía es discutible si realmente hemos visto átomos o si se trata de imágenes altamente elaboradas por técnicas de escaneo que poco tienen que ver con nuestros ojos. Lo que sí es indudable es que técnica tras técnica, experimento tras experimento apuntan a la existencia real de esos pequeños demonios. Y cada vez estamos más cerca de poder verlos, aunque l@s investigadores se siguen preguntando qué es exactamente eso que queremos ver.
Planck diría que no hace falta ver para creer, que el ojo de la mente puede imaginar lo invisible. El Principito diría que lo esencial es invisible a los ojos. Si no lo esencial, sin duda muchas veces lo más interesante.” (Gellon, 2008:231)

Gellon,G. (2008), Había una vez un átomo,Bs.As, Argentina:Siglo XXI.